13/2/12


[...] Adiós, hija querida. ¡Con cuánta ternura me abrazáis y me besáis! ¿Creéis que no recibo vuestras caricias con los brazos abiertos? ¿Creéis que no beso yo también de todo corazón vuestras hermosas mejillas y vuestro hermoso pecho? ¿Creéis que puedo abrazaros sin una ternura infinita? ¿Creéis que la amistad puede ir nunca más lejos de la que tengo por vos?

Cartas a la hija [80/221] (Madame de Sévigné, 2007, El Aleph)


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