21/10/09


La familia colocaría sus objetos favoritos alrededor del muerto; los juguetes del niño, el misal de la abuela. Si querían que pareciese vivo, le abrirían los ojos con una cucharilla, le sujetarían la cabeza colocando un tenedor entre la barbilla y el esternón o le atarían las manos para que pareciese que rezaba. El marido posaría un brazo sobre los hombros de su difunta, la madre acunaría al hijo sin vida. Vivos y muertos posarían juntos hasta que la imagen quedase grabada en la placa.

Retratos para la eternidad
(Artículo sección fotografía El País Semanal, nº 1719)


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