Este discurso es lo que se llama palabras vanas, que no tienen otro fin que el de haceros ver, hija, que el estado en que me encuentro respecto a vos sería perfectamente feliz si Dios no permitiese que lo atravesara el disgusto de no teneros conmigo, y también para convencernos de que todo lo que me viene de vos o por vos, me va derecho al corazón.
Cartas a la hija [81/221] (Madame de Sévigné, 2007, El Aleph)
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