Cuando me afeité la cabeza perdí muchos trabajos, pero no me arrepentí. Estaba en un momento crítico de mi vida y no me gustaba nada de lo que me ocurría. Sin trabajo, con todas las puertas cerradas, con una imagen nefasta, sólo había alcanzado una meta horrorosa de la que no culpo a nadie. Mi vida se había detenido y estaba desesperada. Me afeité la cabeza y me liberé.
Blanca sale del laberinto
(Artículo sección cine El País Semanal, nº 1726)
(Artículo sección cine El País Semanal, nº 1726)
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