Su fantasía era que en el momento de su muerte, todas sus contradicciones se desvanecerían. [...] Cuando se mata, en su maletín tiene una katana y un cepillo. Su idea era abrirse el estómago, sacar sus tripas, agarrar el cepillo, mojarlo en sangre y escribir un poema. Así de loco estaba. En el momento de su muerte quería que el lápiz y la espada, la poesía y la acción, el arte y la vida fueran una misma cosa. Era su última pieza de teatro, que había estado ensayando durante años.
Paul Schrader (entrevista Antonio Weinrichter,
Cahiers du cinéma España)
Cahiers du cinéma España)
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